"Mujeres que corren con los lobos" Es la gran obra de la psicoanalista transpersonal junguiana Dra. Clarissa Pinkola Estés. Ha sido traducido a 18
idiomas
y ha recibido el Premio de Honor Abby y el premio Gradiva de la
National Association for the Advancement of Psychoanalysis.
A través de Clarissa descubrí que la "mujer salvaje"
es una especie en peligro de extinción, como tantos otros animales del
planeta que están a punto de desaparecer, si no lo han hecho ya. ¿Qué ha
hecho la cultura occidental con la naturaleza institiva de la mujer?
relegarla al rincón más oscuro de la psique humana: el de la"
vergüenza". La naturaleza más vírgen y pura de nuestro planeta está
desapareciendo junto a esta parte esencialmente vital de lo que una
mujer es en realidad: la diosa creadora, "partera", curandera, sanadora,
"cantaora", contadora de historias al calor del fuego del hogar. La
mujer moderna, totalmente "adaptada" ha olvidado que
en lo más profundo de todos los ríos subterráneos de su SER hay una
mujer oculta que ha olvidado cómo rastrear los bosques, cómo encender un
fuego, o husmear entre las praderas, o trepar por los árboles o
conectarse a la tierra...
Afortunadamente
muchas de nosotras siempre hemos sentido ese anhelo de correr con los
lobos, de ahullar, de encontrar a nuestra manada incluso entre la jungla
de hormigón y cristal en la que permanecemos encerradas ...ese anhelo,
ese "hambre del alma" nos empuja a dejar que esa criatura institiva y
profundamente animal, salga de vez en cuando de su cueva y cumpla su
función: curar las heridas más profundas del alma a través de la
creación.
En el libro hay un cuento que todos conocemos : "Las zapatillas rojas".
Después de leerlo, escribí este poema. No es ni mucho menos, mi mejor
poema, pero si un ejemplo de sanación a través de la creación
arquetípica que quiero compartir con vosotros.
Hoy calzo zapatos rojos de charol
Porque nadie volverá a encadenar
Mis pies a la tierra nunca más.
He elegido una vida vibrante
Una vida plena.
He tejido estos zapatos con los retales
De una vida rota.
Da igual que sean toscos,
Da igual que no le gusten a nadie.
Con ellos piso fuerte
y lavo las heridas tatuadas en mi piel
Las lágrimas del alma brotan hoy para sanarme.
A nadie engaño.
A nadie ofendo si los llevo,
Y no cubro mi desnudez...
Mi canto es una llamada
A lo salvaje y a su belleza.
Soy como la tierra.
Ven.
Ven tú. Ven aqui y ven ahora
a cubrirme de auroras, a llenarme de sol.
Ven solo si eres lo suficientemente indómito
Como para sentir mi alegria...
Mar González
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